miércoles, 14 de julio de 2010

MIGUEL A. BLANCO



Trece años han pasado desde que los etarras asesinaron a Miguel Ángel Blanco, el concejal de Ermua, Vizcaya.

Es especialmente emotivo para esta Asociación, recordar a Miguel, pues cayó muerto a manos de ETA a la temprana edad de 29 años, en 1997.

Especiales fueron también todas las circunstancias en que se desarrollaron su secuestro y posterior asesinato. Cualquier asesinato de ETA es cobarde, un coche bomba, un disparo repentino por la calle o un tiro en la nuca como fue el caso de Miguel Ángel. Pero además, previamente a su asesinato, estuvo secuestrado durante dos días, en los que ETA pretendió sin éxito extorsionar al Gobierno de entonces. Los etarras fueron especialmente cobardes en el caso de Miguel Ángel Blanco.

Blanco fue una persona joven, que tuvo el valor y el arrojo de ser concejal de un partido político, el Partido Popular, que estaba señalado por la mirilla de ETA, pero indiferentemente él tenía unos valores, unas creencias y unas ideas por las que luchó y entregó la vida.

Desde su secuestro y hasta su asesinato e incluso después del mismo, se pudo comprobar el profundo asco que sentía España hacia la banda de terroristas que lleva sembrando el terror en nuestro país desde hace ya demasiadas décadas.

El "Espíritu de Ermua" nació en aquel momento y desde los jóvenes hasta los mayores, todos, nos revolvimos contra la inmundicia y la corrupción que representa ETA. Resolución y determinación que han logrado que ETA esté ahora pasando por uno de sus peores momentos, aunque por desgracia no se haya extinguido aún.

"Constitución y Libertad" recuerda expresamente a M. A. Blanco en todas sus Juntas y su ideario recoge la defensa tajante de las víctimas del terrorismo. Miguel no murió en vano. Su tragedia es la fuerza que nos mueve a trabajar por la derrota de los asesinos despiadados y cobardes, por la ilegalización de partidos políticos que promueven el terrorismo o directamente lo ejercen, y que al fin y al cabo es el mejor homenaje que se le puede rendir. Entregar a los jueces a los asesinos para que estén donde se merecen, en la cárcel.

Miguel Ángel Blanco, en nuestro pensamiento siempre. D.E.P.







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