domingo, 12 de abril de 2015

EL ENEMIGO DE MI ENEMIGO ES MI AMIGO


En los últimos tiempos hemos asistido a un exponencial crecimiento del fenómeno del islamismo integrista, que no del islam, (que es mucho más antiguo), y  con el título del presente artículo se pretenden recoger y analizar las dos corrientes ideológicas asentadas en Occidente que precisamente, cada una por distintos motivos, han alentado la expansión del fundamentalismo islámico por el mundo y particularmente dentro de nuestras fronteras.

No hablamos de otra cosa si no del pensamiento de la izquierda multiculturalista así como del de la derecha liberal capitalista. Los primeros consideran a los inmigrantes en general y a los musulmanes en particular como una cantera de votos para su causa además de verlos como unos aliados de clase para combatir sus enemigos ancestrales, véase cristianismo, tradición, racismo, xenofobia, etc, aunque realmente sean ellos quienes lo instigan mediante el trato privilegiado e injustificado a las minorías y el desprecio más absoluto a la población autóctona. Los segundos, para justificar el apoyo a las políticas de invasión norteamericanas que sólo sirven para agitar el avispero del islamismo más radical en aquellas tierras, pero que gracias a las políticas occidentales de acogimiento masivo de inmigrantes se llega a la contradicción más absoluta que uno se pueda imaginar: la de bombardearlos en su casa y a la vez considerarlos intocables en Occidente.

A la izquierda progresista no le importa en absoluto cuáles puedan ser los valores de los inmigrantes. Los progresistas son capaces de apartarse de su exacerbado feminismo para aceptar el burka, la ablación genital en la mujer,... Tampoco su homosexualismo radical les impide ponerse de parte de regímenes que lapidan a homosexuales, y que constituyen la parte más ultraconservadora y reaccionaria del mundo islámico. Mientras, a la derecha liberal no le importa cuáles sean las inmoralidades y contradicciones que se lleven a cabo respecto al mundo musulmán, como la de proveer de armamento a aquellos a los que luego les declaran la guerra, entre muchas otras cosas, pero siempre con el erróneo pensamiento de que mientras estén entretenidos en desiertos lejanos (Irak, Palestina),  no vendrán a invadirnos a Europa o América. Nada más lejos de la realidad, como se está comprobando.

Finalmente, caeríamos en garrafal error si considerásemos al islamismo el principal problema, olvidándonos que la decadencia de occidente, manifestada en situaciones  tales como la ola imperante de buenismo y de lo políticamente correcto, la desaparición paulatina de nuestra cultura y nuestras costumbres, así como la baja natalidad imperante en las sociedades occidentales, contribuye a que el problema aquí tratado solo constituya la punta más acusada del iceberg.



José Luis Martínez Padilla

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