viernes, 21 de octubre de 2011

EL FIN DE ETA. ASÍ SEA



Trepidante y revuelta, tranquilizadora y emotiva, reveladora e histórica, como no. La tarde de ayer jueves 20 de octubre de 2011 no fue una tarde al uso de paseo, recados, estudio o tedio. Dos noticiones de los que hacen alcanzar el punto de ebullición de todas las redacciones tuvieron lugar. La primera y más importante, el anuncio de la banda terrorista E.T.A. del cese definitivo de la lucha armada, sic. La otra, con mayor trascendencia para el mundo pero no para los españoles, el asesinato de Gadafi.

En cuanto al anuncio de ETA de cesar con carácter definitivo en sus acciones terroristas y violentas, pueden ser muchas las lecturas y análisis que del hecho pueden realizarse. La primera y obligada es, ¿esto es de verdad?. Sólo ellos lo saben, pero en nuestras cábalas, la mayor parte de los indicios parecen apuntar en esa dirección. Desde luego, el comunicado literal de la banda no es el utópico. Han omitido aspectos tan cruciales como la entrega de las armas o la disolución de ETA, y otros como es la petición de perdón a las víctimas o la reparación de los daños.

Ya desde que Zapatero entrase en La Moncloa (Jesús qué día) esto se ha venido fraguando, con sus más y sus menos, sus avances y sus retrocesos, pero continuado in illo tempore. España es mucha nación para ETA. Finalmente, ha sido la actuación de la policía y la Justicia, la sociedad, los partidos políticos, las instituciones, los distintos gobiernos, el Estado de Derecho y sobre todo las víctimas; las que han obligado a ETA a desistir de su bestialidad homicida. Éso, y el hecho de que desde el 22 de mayo han oteado por primera vez El Dorado, una representación institucional notable a la que se auparon gracias al Tribunal Constitucional. Bildu fue el precio, esperando que no lo sea de un ingreso a cuenta. Derrotados por los hechos, nada bueno podía depararles el derramamiento de la sangre de los inocentes, ETA claudica. Eso sí, siempre habrá un resquicio y una desconfianza ganada a pulso en todos estos años, más si no entregan las armas. Es de exigir.

Entiendo... en la valoración prosaica pero igualmente representada en el imaginario colectivo, como es la electoralista; que el candidato del partido en el gobierno quisiera acelerar el desenlace, no en vano es esta una de las últimas bazas por jugar a un postulante derrotado de antemano y que, a buen seguro, tampoco ésto le salvará de, ojo, la inmolación a la que se consagró. Tampoco Zapatero querría haberse ido sin al menos dejar un testigo que le exima de su arrojo a la tiniebla de la infamia y la peste eterna e historiográfica. Es díficil.

En cualquiera de los casos, y sea cual fuere el destino al que nos entreguen estos derroteros, siempre, el emocionado recuerdo a las víctimas del terrorismo, de la brutalidad, el fanatismo, la sinrazón, la barbarie y el mal. Memoria, dignidad y justicia por siempre.

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