Llevamos una temporada donde aumentan los casos de corrupción y va creciendo la fractura entre la sociedad española y sus representantes públicos. En este tema se dan muchas respuestas sencillas para un tema complejo, lo que nos puede llevar a un peligroso populismo, que solo puede aprovechar el perfil del revolucionario, es decir, el que en su afán solo está el desorden y destruir lo establecido. Pero, ¿que construimos si arrasamos de golpe con el edificio que hemos construido durante tanto tiempo?
No es cierto que todo representante publico sea corrupto, criterio que se generaliza entre la sociedad. Siendo cierto que hay algunos corruptos, también hay muchos que sirven a la ciudadanía sin mancha y no son noticia. De hecho si seguimos potenciando esta idea iremos desanimando a los que de verdad pretenden dar un servicio público. Dicho esto, se hace necesario y supongo que se abordara, una lucha más fuerte e intensa contra la corrupción.
Por otro lado se generaliza otra idea, según la cual existiría una casta política diabólica, señores, no se engañen, no pongamos una diana para no juzgar nuestros problemas como sociedad. Es cierto que la vida pública esta más embarrada que hace años, es en todo caso porque nuestra sociedad se ha ido embarrando, los señores políticos no surgen del planeta Marte, salen de la sociedad actual. Porque ya no hay criterios éticos sólidos, porque ya no hay pilares que sustenten nuestra sociedad. Hemos repudiado todo lo que nos sustentaba como sociedad. Tampoco es cierto que todo lo pasado sea mejor, pero igual de ridículo es despreciar todo lo heredado por no ser reciente. ¿En que creemos hoy día?, ¿por qué debemos de ser buenas personas?, el problema está justo ahí, en los valores, en la falta de referentes. No todos los ciudadanos somos corruptos, pero poca corrupción existe para los valores que vamos cogiendo.
En todas las capas de la sociedad hay corrupción. Algunos pretenden sacar las guillotinas y poner en canastilla las cabezas de la clase política. No se engañen, tan culpables son ellos como nosotros. Por otro lado y parte de este problema es que se ha frivolizado con nuestra libertad individual, los ciudadanos hemos querido políticos que nos solucionasen todo, que pensasen por nosotros, que nos regalasen todo lo posible. Y cuando nos hemos dado cuenta de que no son nuestros padres, ahora queremos sus cabezas.
Nosotros hemos querido regalar márgenes de decisión a la vida pública a cambio de sentirnos más seguros o por buscar un regalo, esto es otra consecuencia de ese relativismo moral y ético. No olvidemos cuando años atrás el criterio a seguir para votar era quien daba más, quien daba el regalo más suculento para conseguir el voto de los ciudadanos.
Aunque algunos políticos de derechas han intentado jugar a ese juego, siempre lo suele ganar la izquierda, por eso en este país han tenido tanta fuerza partidos como el PSOE. Y por eso solo cuando viene una crisis puede ganar las elecciones el Partido Popular. Los mismos que tienen que comerse siempre un país hundido y encima hacer el papel de malos, porque cuando consiguen ganar no les queda más margen de maniobra que tomar medidas duras, para conseguir un logro colectivo, y una vez conseguido será otra vez tirado o despilfarrado cuando el PSOE u otro partido de izquierdas de cantos de sirena más atractivos de los que una tendencia conservadora pueda o deba de dar.
Esta sociedad no la han construido los políticos, la hemos construido nosotros y ciertos políticos se han beneficiado de ello. Gran parte de la corrupción política viene de un poder arbitrario y excesivo que los ciudadanos hemos concedido a las administraciones dejando al libre arbitrio de sus representantes decisiones de las que por otro lado pueden beneficiarse. Por ejemplo los concesionarios ITV y el caso Pujol. Si la opción de poner un concesionario ITV fuese más libre y menos dependiente de la administración no se podría haber dado estas licencias a cambio de un beneficio para el político, igual ocurre con los Ere´s andaluces u otros casos de corrupción.
Y es que está demostrado que un intervencionismo exagerado fomenta la corrupción, y si a eso sumamos una sociedad cada vez mas nihilista tenemos el caldo de cultivo perfecto.
Señores, no se tomen estas palabras como una ofensa a su dignidad. Dejemos de buscar cabezas a las que guillotinar, juzguemos con la ley y no con el populismo a quien cometa una ilegalidad. Pero antes hagamos una reflexión interna y colectiva, no del sistema político, sino más bien del sistema ético y moral que nos estamos dando.
Porque podremos hacer todos los cambios políticos que queramos, pero si no cambiamos nuestro sistema ético nada funcionara, pues lo público no deja de ser un espejo de lo privado.
Fdo: José Carlos Carmona Barroso