Tres y tres minutos de la tarde
del domingo 23 de marzo de 2014, esa era la hora y la fecha en la que se ponía
fin a la vida del primer Presidente del Gobierno de España en la etapa
democrática de nuestra nación, D. Adolfo Suárez González, Duque de Suárez
fallecía a los 81 años de edad.
Aunque debido a mi juventud no
tuve la oportunidad de vivir la actividad política de Suárez, tengo que
confesar que desde que tengo uso de razón ha sido para mi un referente
político, alguien a quien admirar y poderse mirar en el espejo de la acción
política.
Mucha gente de mi generación solo
recuerda a Adolfo Suárez por lo que ha podido estudiar en los libros de
historia y por imágenes repetidas en televisión, pero por todo lo demás pocos
se han acercado a conocer la figura del ex presidente del Gobierno, sin
embargo, a mí siempre me ha producido una gran inquietud la figura de quien
junto a Su Majestad el Rey D. Juan Carlos fueron artífices de la Transición y del que se
suponía enormemente difícil paso de la dictadura a la democracia. Suárez en muy
poco tiempo fue capaz de esto mediante un proceso considerado ejemplar y
estudiado en numerosas facultades de medio mundo, además hizo posible el
consenso y el entendimiento, el tender puentes y lazos de unión entre los que
no querían que las reformas fuesen tan profundas y rápidas y quienes pensaban
que todo se estaba fraguando con demasiada lentitud.
España y los españoles le debemos
mucho a Adolfo Suárez, él fue capaz de conseguir la aprobación de una
Constitución, (la más duradera y la que más consenso ha logrado en la historia
de España) de conseguir unas elecciones en las que todas las fuerzas políticas
estuviesen representadas y de favorecer el consenso de todos los partidos en
los denominados Pactos de la
Moncloa.
Se nos va un ex presidente del
Gobierno que siempre será considerado como el Padre de la Democracia, se nos va
un caballero de profundas convicciones religiosas, pues solo desde los
principios y los valores fuertemente arraigados en uno mismo es posible la
acción política, se nos va quien siempre supo entender a la perfección al
interlocutor, ponerse en la piel de la persona con la que estaba hablando y
comprender sus pretensiones, se nos va un político de raza, alguien que
anteponía a los intereses de su partido y los suyos personales, los intereses
de España que eran los más importantes, se nos va quien no se movió de su
escaño aquel día que unos desaprensivos quisieron arrebatarnos la libertad, se
nos va en definitiva alguien a quien echaremos mucho de menos porque se nos ha
ido físicamente pero su espíritu siempre quedara en nuestro corazón. Ojalá que
toda su ingente obra de ingeniería política sirva para que en momentos tan
difíciles como los que vivimos sepamos estar a la altura de las circunstancias
y acordarnos siempre de la persona que frente al pasado gris que suponía la
dictadura franquista y que era necesario enterrar fue capaz de unir a todos los
españoles en un espíritu de concordia que nos ha traído los mejores años de paz, libertad y prosperidad, ojalá
que no nos olvidemos nunca del Padre de nuestra Democracia.
Juan Sebastián Morales Gámez