Estamos en el año 50 a.C. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor…
Ésta es la forma con la que comenzaban todas las historias de la serie Astérix y Obélix y algo similar se podría decir de lo ocurrido en Andalucía la noche del pasado 25 de marzo.
Desde la creación de la autonomía andaluza, no hemos conocido en la comunidad otro gobierno que aquel que esté sustentado por el PSOE.
Aunque todas las encuestas vaticinaban la victoria por mayoría absoluta del PP, ésto no ocurrió así, aunque el partido que lidera Javier Arenas consiguió ganar por vez primera en Andalucía.
A lo largo de nuestra corta, pero intensa historia democrática, los españoles hemos visto como la alternancia política se ha ido sucediendo con la celebración de los diferentes comicios. Sin ir más lejos, las otras dos comunidades que no habían conocido otro color político que no fuese el socialista, (Castilla-La Mancha y Extremadura), en mayo de 2011 pasaron a manos del PP, por lo cual nos encontramos con que en toda España se han ido sucediendo diferentes gobiernos de distintos partidos, y en Andalucía seguimos igual que hace 30 años porque la fuerza de los votos así lo ha legitimado.
Sin lugar a dudas todo ésto debe plantearnos una importante reflexión a los andaluces y mucho más a los dirigentes del PP en Andalucía, ya que aunque las elecciones se han ganado, todos sabíamos que si no se lograba la mayoría absoluta, los populares poco tendrían que hacer a la hora de ser Gobierno en nuestra comunidad.
En la noche electoral los socialistas celebraban el resultado obtenido, una celebración que cuando menos llamaría la atención, pues las siglas que lidera José Antonio Griñan, Pepe para los amigos, perdieron nada menos que 9 parlamentarios, pero claro, de esos nueve 6 fueron a parar a quienes serán sus socios de gobierno, y tan sólo 3 al PP.
Una vez más, Andalucía se parece a la aldea de nuestros entrañables Astérix y Obélix, y Despeñaperros, la frontera infranqueable que tal y como ocurriese con los aldeanos galos, aún estando sitiados por cuatro campamentos, los romanos poco tenían que hacer.