martes, 29 de noviembre de 2011

QUO VADIS, EUROPA?

En Europa, y desde tiempos inmemoriales, los europeos siempre hemos tendido a una unión. El Imperio Romano, Carlomagno, Carlos V, Napoleón, Hitler... El problema es que según obra en antecedentes históricos, esta unión la hemos pretendido unos y otros bajo un aluvión de tortas suministradas recíprocamente a lo largo de los siglos, algunas más fuertes y duras que otras, pero en definitiva, a mamporros y riñas.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y escarmentados ya de tanta gresca, concibieron el germen de lo que hoy es la Unión Europea. Que como diría un tebeo de "Mortadelo y Filemón" es la "Europa unida en lo político, lo económico, lo legislativo, ejecutivo, corrupto, laxativo...". Con posterioridad a la Unión Europea completada en sus distintos tratados vino la unión monetaria, el Euro. Y hoy en día, desgraciadamente, en lugar de observar una progresión en el desarrollo de la UE, lo que se ve es una clara regresión en su caminar.

Dejando a un lado los muchos y buenos logros de esta unión, podemos predicar que hoy en día no se cree en la Unión Europea. Quedó atrás el proyecto de constitución para la UE, que provocó más tedio e indiferencia que rechazo. No digamos ya la situación económica que viven los países de la Unión y que amenaza con dar al traste con la poca cohesión que aún quedaba.

Un gallinero de 27 países en el que se han eregido en gallos del corral Sarkozy por Francia y Merkel por Alemania en un intento de decir "dejadme a mí que ésto lo arreglo yo sólo". Cumbres, eurogrupos, encuentros bilaterales, ecofin, consejos, comisiones, representantes... ni idea. Para salir de la crisis económica, de deuda y del euro estamos en manos de un francés estrambótico y una alemana de rotundo trapío. Pero es que además, al otro lado del Atlántico, tenemos a todo un Sr. Presidente de los EE.UU. de América que va a encarar el final de su mandato sin que tampoco hayan llegado buenas noticias de allende los mares.

La Unión Europea está en un momento crucial en que su pervivencia, al menos como la hemos conocido, depende de que consiga salir airosa de este trance que embarga de apatía hacia si misma a los ciudadanos que la integran. Hace falta que los actuales representantes de los países estén a la altura de las circunstancias para, entre todos, obrar para el bien común, que será la única garantía de que la solución lo será a largo plazo y no una mera foto para vender. Europa necesita un espaldarazo que la asegure y que de una vez la dote de una verdadera unión en lo político, lo económico, lo legislativo, y hasta en lo corrupto. Pero Unión a fin de cuentas.

1 comentario:

  1. Las metas de España de cara a la Unión Europea, a mi juicio, se resumen en lo siguiente: alcanzar unas cotas de productividad en nuestra economía que nos permitan igualarnos a Francia y Alemania, para que cuando se produzcan situaciones de crisis a nivel internacional, no se dejen notar tanto como esta última y nos den posibilidades de levantar el vuelo mucho antes.

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