Con esta frase, tan utilizada en Semana Santa, se podría
describir la labor de eficaz y rápido acuerdo al que llegan las instituciones
españolas cuando se trata de perseguir al ciudadano y exprimirle hasta el último
céntimo. Se enmarca dentro de esta situación el caso conocido hace pocos días
de la labor conjunta que han llevado a cabo tanto la Dirección General
de Tráfico como el Ayto de Jaén de minar las distintas vías periféricas de Jaén
con radares móviles camuflados con el fin supuestamente de combatir la
siniestralidad. Ya no sorprende, puesto que se ha convertido en rutina, que empleen la excusa de
la siniestralidad en todos los casos en los que se persigue un afán
recaudatorio claro, pero en este caso en concreto me parece flagrante que se
aluda a esta situación, máxime cuando todo el mundo sabe que la siniestralidad
se combate arreglando carreteras, mejorando la señalización,... actuaciones estas
que, ni los de ahora ni los de antes, han puesto mucho empeño en acometer.
Por otro lado, y al hilo un poco de lo relatado en el
anterior artículo, lo referido anteriormente contrasta con el balance de la
reunión mantenida hace pocos días también entre Reyes, de la Diputación , y De Moya,
a la sazón alcalde de Jaén, en la que pudimos constatar, al margen de la foto
de rigor y de la tan manida cordialidad (solo faltaría que se abofetearan) una
suerte de desacuerdos y desencuentros en cuanto a lo que, a mi juicio, se está
convirtiendo en una falta estructural de voluntad política que está derivando en una lacra de las que asfixia
a toda una Nación. Por citar un ejemplo de lo allí tratado, me referiré al
principal problema de España en la actualidad, cual es el alto desempleo. Pues
bien, sorprende ver cómo toda vez que en el asunto de los radares se ponen de
acuerdo en décimas de segundo llevándolo a la práctica sin "preguntar a nadie",
en la segunda cuestión parece que les pueden más ciertos intereses partidarios
de los que no parecen que estén dispuestos a renunciar, y que, ni el principal
problema del desempleo, les conmueve a ello. Seguimos, como vulgarmente se
dice, con la casa sin barrer.
Para concluir, me viene a la cabeza una comparecencia del
alcalde de la Capital
del Santo Reino, hace ya unas semanas, en las que pedía a la Diputación , que ya que
sus arcas tenían superávit, les hicieran un traspaso de caudales ante la
situación tan deficitaria de su hacienda. Pues bien no me extrañaría, que ante
tan vano esfuerzo, haya querido “compartir” su inquietud con todos los
jienenses, que además, y hoy va la cosa de dichos populares, siempre acaban
pagando el pato.
José Luis Martínez Padilla
Efectivamente, si hubiera que medir la rapidez con que se ponen de acuerdo las distintas administraciones en el asunto del "control de la velocidad", aún regidas por diferentes partidos, harían saltar todos los radares habidos por la celeridad con que se aúnan en estos menesteres.
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